Saskia Sassen es socióloga urbana, especializada en estudios sobre poder y desigualdad derivados de los procesos de globalización. Para mí es una autora de referencia, por su capacidad para profundizar teóricamente en los temas que trata y por la cantidad y calidad de la información que maneja, especialmente en un tema tan complejo como la globalización.

Entre otros puntos que aborda, me interesa especialmente su reflexión entorno a los procesos del cambio en la historia.  ¿Cómo se gesta un cambio de época? ¿Qué factores lo originan? ¿qué elementos generan la disrupción necesaria para provocar un cambio de rumbo, una subversión de prioridades, esquemas mentales, organización social? ¿Por qué tal disrupción o aparición ocurre en un momento o lugar determinado y no en otro? Para poder responder a tales preguntas necesitamos perspectiva histórica y especificidad espacial, dos grandes virtudes de Sassen.

Me interesa en este post explicar algunos conceptos clave que ella utiliza como base teórica para abordar el cambio. Sassen rastrea más las trabas y las posibilidades que las evoluciones, más las discontinuidades y la coexistencia de diversidad que las variables causales, observa lo invisible del cambio, aquello que normalmente no se contempla en las teorías predominantes o que no se ha considerado fundamental.

Uno de los conceptos es el de transformaciones fundacionales, una combinación particular de dinámicas que produce una nueva lógica organizadora, un reordenamiento fundacional. Para explicarlas es necesario analizar las capacidades existentes o emergentes y los puntos de inflexión.

¿Cómo define Sassen las capacidades en un momento y espacio determinado de la historia?

Entendemos las capacidades como producciones colectivas cuyo desarrollo requiere de tiempo, construcción, competencia y conflictos, y cuyas utilidades, en principio, son multivalentes, pues dependen del carácter de los sistemas en los que operan, lo cual quiere decir que una capacidad determinada puede contribuir a la formación de un sistema de relaciones muy distinto al que le dio origen (Sassen, 2010, pág. 27).

Existe para Sassen una transferencia de algunas de las capacidades anteriores a una lógica organizadora novedosa. Por tanto, es interesante analizar de qué manera el sistema anterior (ej. el paso del sistema feudal al Estado-nación) dependía de estas capacidades. Lo interesante de este concepto es que tales capacidades median entre el nuevo y el viejo orden, que pueden servir a ambos. Un ejemplo es el estado de derecho: es una capacidad que consolida la autoridad estatal en un momento determinado de la historia y que en la nueva lógica organizadora de la globalización contribuye a implementar políticas desnacionalizadoras.

Otra capacidad que ejemplifica Sassen se refiere al sistema judicial de los Estados Unidos. Este sistema siempre ha tenido más poder que en Europa ya que las leyes (en Norteamérica) no estaban desarrolladas al detalle y dejaban la interpretación última a los jueces, quienes antes de la formación del estado-nación contaban con una gran autoridad a nivel local. La expansión hoy en día de las Comisiones privadas de arbitraje (sistema judiciales privados al servicio de las dinámicas especulativas globalizadoras) son mayoritariamente norteamericanas.

El punto de inflexión o evento marca un proceso irreversible hacia una nueva lógica organizadora. Lo interesante en la definición de este concepto por parte de Sassen es que pueden existir en un grado incompleto de formalidad o ser básicamente informales, poco visibles o invisibles. Se trata de desplazamientos estructurales que pueden producirse bajo continuidades superficiales, pero también profundas continuidades pueden subsistir sobre rupturas superficiales.

La autora explica un evento o punto de inflexión producido en la época de los Capetos (entre los años 1000 y 1300) que tendrá un efecto fundamental en la gestación de capacidades para crear, siglos después, los estado-nación. Esta época se caracteriza por la débil autoridad de sus reyes dada la proliferación de autoridades divergentes y en competencia (señores feudales, las autoridades religiosas…) que ponían en tela de juicio la legitimidad del rey por encima de todo. Es en este contexto que se produce una innovación fundacional: la burocratización de los impuestos en moneda, que acaba produciendo una nueva autoridad asociada a un territorio (no a una persona o grupo). En el siglo XVII ya se había producido el cambio fundacional: cuando el rey Luis XIV quiere vender el patrimonio francés para financiar la guerra de los cien años, se le recuerda que el rey no es el propietario del reino sino su protector. Ergo, la introducción de la recogida de impuestos en moneda supone un punto de inflexión que producirá unas capacidades (la idea de territorio delimitado a través de la relación impositiva) que serán, a su vez, esenciales para cambiar la lógica organizadora siglos después, cuando se logra invertir la lógica de los órdenes centrífugos de la Baja Edad Media en la de los centrípetos del estado-nación moderno.

La nueva lógica organizadora, siempre derivada de una relación de fuerzas y conflicto social, queda atravesada y posibilitada en gran parte por algunas capacidades preexistentes, que en efecto cambian de rumbo y acaban por reubicarse en nuevos ensamblajes. Mediante la histéresis, algunos elementos o capacidades del período anterior cambian su relación de fuerzas permitiendo un cambio irreversible. Los estudios sobre puntos de inflexión, por tanto,

deben contemplar la distinción entre aquello que prevalece y aquello que aún no prevalece, pero que está en proceso de transformarse en dominante, es decir, que ya está generando modificaciones en el sistema (Sassen, 2010, pág. 30).

En definitiva, para Saskia Sassen las transformaciones fundacionales no necesariamente implican la eliminación de todo aquello que constituía el orden anterior, sino que algunas capacidades de lo antiguo son fundamentales para que emerja lo nuevo. La existencia de la nueva lógica puede emerger solo parcialmente en la esfera de lo social (la económica, la cultural, la política, la discursiva, la subjetiva…) o mantenerse invisibilizada durante mucho tiempo bajo otra representación formal prevalente.

El objetivo de Sassen en su libro Territorio, autoridad y derechos[1] es detectar los cambios fundacionales o dinámicas emergentes en el campo de la globalización, algunas de los cuales se encuentran hasta el día de hoy funcionando en los márgenes o afectan a componentes menores, aunque estratégicos, de sectores institucionales. Sassen prefiere situarse en las zonas fronterizas analíticas, como los ensamblajes digitales o el cambio en las leyes, para analizar las prácticas, los discursos y la organización que entran en juego cuando el desplazamiento está en marcha, entendiendo estas zonas fronterizas no como espacios duales excluyentes sino de interacción y producción en un campo de relaciones de poder.

[1] Saskia Sassen (2010), Territorio, autoridad y derechos, Buenos Aires, Editorial Katz.