No tengo ni idea cómo, cayo a mis manos un librillo llamado Diseñador/Ciudadano[1], de Milton Glaser, un diseñador americano al parecer muy reconocido. Se trata de un pequeño compendio de ponencias dadas entre los años 2001 y 2004. Glaser no parece ni mucho menos un activista, sino más bien un profesional preocupado por el impacto social de su trabajo y, específicamente, por la ética en el diseño gráfico. Me atrapó, extrañamente.

En uno de los artículos habla sobre la estrecha diferencia entre persuadir y mentir, y en la enorme influencia que esta equivocación puede tener en la esfera pública.

Lo que es realmente espeluznante es el grado de aceptabilidad del que goza la mentira en la esfera pública. No estoy seguro de en qué momento el eufemismo “persuadir” (spin) sustituyó a “mentir” (lie), pero es un síntoma de cómo el lenguaje se ha convertido en un medio para ocultar o distorsionar la realidad (pág. 35).

Este discurso fue pronunciado en 2004, 12 años antes de que aparezca la palabra “Posverdad” (que por otra parte también me parece un eufemismo). Sigue el discurso aludiendo a las expresiones gráficas publicitarias que encontramos cada día en el espacio público y en cómo acaban generando un efecto vedado pero efectivo entre la ciudadanía, una relación con la mentira cotidiana de los carteles publicitarios que provoca una distorsión de la realidad y un distanciamiento o alienación respecto al espacio público.

Quizás no, pero la verdad es que cada día de nuestras vidas somos víctimas de miles de estas representaciones engañosas. La cultura de las pequeñas distorsiones se ha extendido tanto que ya no podemos reconocerlas como mentiras. Citando a MacLuhan: “El pez en el agua no sabe que está en el agua”. El asalto continuado ha transformado nuestro cerebro y nuestra visión de la realidad y de la verdad (pág. 34).

Hay algo que parece que siempre se cumple: cuanto mayor es la distancia física y psíquica, más fácil es persuadir a la gente para que actúe en contra de sus propios intereses (pág. 35).

Cuando las personas creen que su gobierno miente sistemáticamente, se vuelven cínicas. El cinismo genera apatía y un sentimiento de indefensión que distancia a la gente de la vida política (pág. 36).

Esta lectura me remitió inmediatamente al viaje a Nueva York que realicé hace escasos meses. Justamente una de las cosas que más me sorprendió son los mensajes publicitarios, quizás porque eran muy evidentes y vistosos pero también porque no se trataba de mi entorno cotidiano, donde me hubiera resultado mucho más difícil poner atención en ello (el pez en el agua…).

Quizás el que más me sorprendió fue el mensaje en pantalla electrónica de una de las tres agencias de calificación de crédito más grandes del mundo (prefiero ahorrarme su nombre porque me saca sarpullido). La pantalla, situada en medio del Times Square y perfectamente visible desde diferentes ángulos de la plaza, iba poniendo mensajes como “Capital creates transformation” “Capital creates change”… Como un mantra, una y otra vez. Me pregunto qué efecto puede generar en una persona que pasa por allí cada mañana para trabajar por 6 dólares la hora. Me sorprendió especialmente porque pensé que en Europa sería impensable poner ese mensaje sin que genere un rechazo descomunal entre la población. Pero igual me equivoco. También es sorprendente que esta plaza tan abarrotada de publicidad haga referencia al tiempo, cuando justamente la publicidad es de tiempo tan efímero e intrascendente, y cuando esta disciplina se presenta más bien ausente de tiempo, por ser iterativa y carente de historia, de pasado y de futuro.

En definitiva, me interesó este mini libro del diseñador gráfico porque me genera algunas preguntas respecto a la relación entre espacio público y publicidad, esa suerte de lámina protectora contra toda realidad dolorosa pero también de cambio posible, esa contraescritura textual y gráfica que aliena la percepción cotidiana y convierte en válida cualquier evocación a la mentira. Me pregunto cómo afecta en el campo físico del espacio público, inmanentemente político y potentísimo como espacio de acción colectiva.

[1] Milton Glaser, Diseñador / Ciudadano. Cuatro lecciones breves (más o menos sobre diseño). Editorial Gustavo Gili (2014).