A lo largo de mi trayectoria profesional he ido escuchando frases que en ocasiones, conscientemente o no, inducen a la inacción o impiden el cambio. En las administraciones públicas hay algunas que destacaría por su repetición en momentos clave. Algunas de ellas son aparentemente anodinas o incluso bienintencionadas, pero el resultado es el mismo, la inacción, el miedo al cambio.

Por ejemplo, en una ocasión entregué un proyecto a una administración pública de escala supramunicipal y, hablando del municipio para el cual me habían contratado me dicen: El proyecto está muy bien, es muy innovador, pero les quedará grande. No pude entender la frase, que parecía un alago hacia mí pero un claro desincentivo para el municipio en cuestión. Un proyecto que, por otra parte, estaba pensado para comenzar desde cero con muy pocos recursos e ir escalando poco a poco a través de los años.

Es evidente que las administraciones públicas están limitadas en muchos sentidos: normativo, presupuestario… donde además hay que compaginar diferentes lógicas, a veces incompatibles entre ellas: la lógica procedimental y administrativa, la de los tiempos y prioridades políticas, la de la viabilidad técnica, la competencial y de escala… Pero a veces, aún teniendo en cuenta las diferentes lógicas he ido oyendo frases que suenan más a resistencias que a limitaciones reales. Pongo algunos otros ejemplos…

Pero lo que planteas es competencia de Cultura/Educación/Economía…, y con ellos no tenemos relación/tenemos mala relación (y no se sabe cómo generarla para trabajar juntos. Por tanto…). Piensa en otra actuación que no incluya este tema, para que no puedan decirnos….

Nosotros somos diferentes (en un marco de presentación de buenas prácticas en otras ciudades o de ejemplos de éxito, alguien dice esta frase refiriéndose a su área/municipio, por tanto se considera que no cabe reflexionar sobre ello). La frase que le sigue es: Aquí en cambio no se podría.

¿Y el responsable de planta/sección/área qué dice? A ver qué dice el jefe de todo esto… y después a ver qué digo y que no digo, incluso que pienso y que no pienso. (¿tener pensamiento propio y encontrar la manera de decir nuestra opinión es ponerse siempre en evidencia, y por tanto un riesgo innecesario?).

Cambia por favor la frase “se recomienda evaluar el servicio” por la de “se recomienda revisar el servicio” (evaluar genera recelo, por tanto, no evaluemos, revisemos como mucho).

Si preguntamos, nos dirán que no (por tanto renunciamos a obtener una capacidad de relación o impacto de nuestro trabajo en un marco de mayor escala).

No hay presupuesto, no hay tiempo, no hay predisposición política, nos falta personal (por tanto, mejor ni tan siquiera ponerse a pensarlo ni imaginar cómo se podrían generar alternativas para convencer, ahorrar u optimizar recursos).

Antes sí se podía, antes era diferente (¿qué pasa con “ahora”?).

Siempre participan los mismos (las personas nuevas se invisibilizan, y acaban no volviendo con frases como ésta).

Al final, después de todos estos años de trabajo, cuando me dicen alguna de estas frases tiendo a pensar en otra, ésta del gran Groucho Marx, que dice…

Claro que lo entiendo. Incluso un niño de cinco años podría entenderlo. ¡Que me traigan un niño de cinco años!